martes, 27 de marzo de 2012

Sawu bona

Si quieres que te entiendan… escucha” Es la frase que posee el tráiler de la película Babel. Fue mucha la información que la película me transmitió; pero solo al ver este tráiler pude comprenderla realmente, hasta leer esta frase no la había escuchado. Y esto me plantea una serie de preguntas: ¿Qué es escuchar? ¿A quién debo escuchar? ¿Al otro?... entonces ¿Quién es el OTRO?


Kenneth J. Gergen en su libro ‘El Yo Saturado’ cuestiona el concepto del Yo; como el mismo lo dice en el primer capítulo: “La tesis de este libro es que el proceso de saturación social está produciendo un cambio profundo en nuestro modo de comprender el yo.” Bien, ‘Yo cuestiono el concepto del Otro’. Si bien el proceso actual de saturación del Yo nos lleva a un desmoronamiento del concepto, al sumergirnos en un mar inmenso e infinito de ‘verdades absolutas’, que se defienden y contradicen; la misma búsqueda del Yo, del individuo como ser único e inimitable nos conduce a una desesperada desfragmentación. Rompemos con lo que nos rodea e incluso con facciones de nosotros mismos, negándolas y convirtiéndolas, ya no en parte de nosotros sino de los Otros.

Cada uno necesita tanto: ‘Ser’, que no se da cuenta que: ‘Es’. Y por ello busca en ese: “desplazamiento del universo simbólico del Axis mundi” del que nos habla Josetxo Beriain en Modernidad y Sistemas de Creencias; formar parte de ese Axis, Ser el Axis. “Tú tienes el mundo en tus manos” es una de tantas premisas que se nos dice en las calles. Pues bien queremos ser el centro del mundo, ser importantes, destacar. El Otro se convierte en uno de esos cuerpos celestes que giran por inercia ante el nuevo Axis: Yo. Y: “¿Que quién soy yo?... ¡Qué sé yo! Yo soy... yo soy... yo soy mucha gente. Soy  lo que tú quieras. Soy yo. O soy tú. Soy Martina. Soy ellos. Soy ese que está ahí. Soy lo que soy. Soy lo que no fui.  Soy lo que seré”1. Porque quizás hemos desplazado ese ‘Universo Simbólico’ por otro  igualmente simbólico o que no queremos que sea tangible. Nos ‘divinizamos’ al ser abstractos al no podernos describir como individuos y poder juzgar a los Otros como esos cuerpos que giran a nuestro alrededor.

Ahora en esta metáfora de cuerpos celestes cabe destacar que no todos son estrellas, hay quienes en esa búsqueda del Axial se convierten en agujeros negros que absorben todo y desprecian al Otro por sus triunfos y por lo que consideran una existencia que los ha hecho destacar por sus eternos sufrimientos. Sin embargo la ecuación es la misma: el Otro no me importa, no me toca, ‘Esta al Otro lado del mundo’. ‘La guerra no es acá es en Irak’, ‘El conflicto no es acá es en el Caquetá’, ‘Acá no roban eso es en el Norte’, ‘Los vecinos pelean, en esta casa discutimos’.

El otro se convierte en algo tan ajeno que jamás se nos ocurre que para ellos Yo soy el Otro.
“Después dijeron: "Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra"2. Al leer el versículo 6 del Capítulo 11 del Génesis; como católico podría en primer momento extrañarme, ¿Dios tratando de separarnos? Pero encuentro más sentido en el texto ‘Perpetuar nuestro nombre’. Es similar a la búsqueda del Axial. Como en la película, todos andaban dispersos; pero no sabían que estaban unidos desde siempre y cuando perdieron su posición Axial, su sobrevaluada posición del Yo, se sintieron confundidos y recomenzaron siendo lo que siempre fueron ellos mismos.



Para concluir quiero tomar este texto de Peter Senge en su libro La quinta disciplina en la práctica: “Entre las tribus del norte de Natal, Sudáfrica, el saludo más común, equivalente a nuestro ‘hola’, es la expresión ‘Sawu bona’. Significa literalmente ‘te veo’. Los miembros de la tribu responden diciendo ‘Sikkhona’, ‘estoy aquí’. El orden del diálogo es importante: Mientras no me hayas visto, no existo. Es como si al verme me dieras la existencia”. Creo por tanto que el concepto del Otro es igualmente importante al concepto del Yo, no porque que estén supeditados entre sí, sino por la simple dinámica de: encontrarme solo, cerrar los ojos y hablar con migo mismo, con mi Yo; como si fuese Otro.


1 Gorditas, Gustavo Ott, 1993.

2 Biblia El Libro del pueblo de Dios, Génesis Capitulo 11, versículo 4.

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